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| Noelia Jiménez (foto de Javier Arroyo) |
Noelia Jiménez González-Pecellín nace en Madrid el 12 de junio de 1979. Desde niña ha sido lectora compulsiva y ha querido dedicarse a la escritura; por eso estudia Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (1997-2002), con la intención de aprender los recovecos de los textos, aunque sean "hechos con prisas".
Nada más comenzar sus estudios colabora en distintos medios de comunicación, tanto prensa escrita como radio y televisión: El Mundo, la Cadena SER, COPE, Televisión Española, laSexta, Telemadrid, Onda Regional de Murcia y Canal Sur Radio.
Escribió varios artículos para la reedición del Cossío (Ed. Espasa, 2007). Su primer libro, Tinta y oro (Ed. Eutelequia), la llevó a bucear en la faceta más personal de toreros como José Tomás, Joselito o El Juli, a los que identificó con cuadros del Museo del Prado. Además, convirtió su debut literario en un elemento para la lucha contra la violencia de género, pues ha donado sus derechos de autor a la Fundación José Tomás, para colaborar en los proyectos que desarrolla a favor de la igualdad de género.
La autora de Los hombres de mi almohada, que presentaba esta semana en Sevilla, se confiesa ciclotímica y de lágrima fácil y declara su fidelidad a Carmen Rigalt y a una pluma Montblanc que compró con sus ahorros.
¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
No existe. Pero levantarme sin que suene el despertador, escribir en pijama, comer chocolate sin engordar y tener tiempo para leer todos los libros que compro se le parece bastante.
¿Cuál es su miedo más grande?
No poder pagar la hipoteca. Bueno, no. Que le pase algo a la gente que quiero.
¿Cuál es el rasgo que más deplora de usted mismo?
Mi falta de autoestima.
Lo estoy pensando tanto que creo que no le echo suficientes cojones.
¿Cuál considera que es actualmente la virtud más sobrevalorada?
La corrección política. Son dos términos incompatibles. O la sinceridad convertida en insulto.
¿Qué es lo que más le disgusta de su apariencia?
Mis lorzas. Cada vez más numerosas. Y la celulitis. Ya tengo hasta en los brazos. Y en breve empezaré a tenerla en el cerebro.
¿Cuáles son las palabras que más usa?
"No puedo con la vida".
¿Qué es de lo que más se arrepiente?
De haber colgado el teléfono a mi padre un par de días antes de morir. Ya no volví a hablar con él.
¿Cuál considera que es su estado actual de ánimo?
Ciclotímico. Como siempre, vamos.
¿Cuál es su posesión más preciada?
Una pluma Montblanc que compré con unos ahorrillos.
¿Cuál considera que es la peor miseria?
Creerse que uno es más que los demás y pisar al vecino con ese pretexto.
¿Con qué personaje histórico se identifica?
Con Cicerón. El cura que bautizó a mi hermano casi no me deja leer en la ceremonia porque decía que con siete años era muy pequeña como para darle el tono adecuado a la cuestión. Le tuve que hacer una performance con las lecturas y, cuando me oyó, dijo que iba para senadora. Me quedé en ciceroniana y me presenté a un concurso de traducción de textos en latín. Soy friki, sí. Y qué.
¿Cuál es la cualidad que más le gusta de una mujer?
El coraje unido a la feminidad y la elegancia.
¿Y en un hombre?
La autenticidad. Aunque eso sirve también para las mujeres. Y escasea.
¿Quién es su héroe de ficción?
Jo, de Mujercitas.
De forma rápida y sin dolor.
¿Qué apodos tiene?
Que yo sepa, Becquerina. Pero desde que no trabajo con Umbralita no me llama así nadie.
¿Dónde y cuándo es feliz?
Cada noche, en el sofá, cuando mi chico me abraza y me quedo así dormida. Pero como la felicidad completa no existe, me levanto con unos dolores de cuello que no veas.
¿Cuál es el rasgo de personalidad que menos le gusta de un hombre?
La vanidad.
¿Qué o quién es el más grande amor de su vida?
Mi madre, mi hermano y mi chico. Sin un orden concreto.
¿Cuándo miente?
Cuando me niego a decir "no" sabiendo que no puede ser "sí".
¿Cuál es su idea de la muerte?
El fin de algunos problemas. Al menos para el que se muere.
¿Qué no perdonaría?
El daño gratuito y a conciencia.
¿Qué le hace reír?
Las hazañas de mi hermano y las bromas de mi chico.
¿Qué le hace llorar?
Demasiadas cosas. Soy de lágrima fácil.
¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?
¿He logrado algo? Ah, sí, sacaba buenas notas cuando estudiaba. Era lo único que dependía de mí. Para todo lo demás, "Suertecard".
¿Para usted qué es un buen insulto?
El que se dice de manera tan sibilina que aquel a quien va dirigido piensa que le estás echando flores y se pavonea del escarnio.
¿Cuál es su idea de la fidelidad?
Levantarme cada domingo derechita a leer la columna de la Rigalt. Y dormir siempre con la misma persona, hasta en sueños.
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